Son moluscos (cuerpo blando), con
cabeza con cuatro tentáculos retráctiles (dos de ellos más
largos en cuyos extremos se ubican los ojos) y un pie
musculoso que le permite deslizarse. Al hacerlo dejan una
huella de “baba” brillante que su cuerpo segrega para
facilitar el movimiento, lo cual sirve para detectar su
presencia. Una diferencia entre los dos tipos de individuos
es que los primeros poseen un caparazón atrofiado. Con la
saliva humedecen el tejido vegetal, lo afirman con la
mandíbula y lo raspan con los “dientes” arrancando trozos de
tejido como si fuera un rallador.
Si bien en el mercado existen otros productos para proteger
los cultivos de babosas y caracoles, sólo el metaldehído
tiene una eficacia comprobada siendo al mismo tiempo
ecológicamente compatible.
El ataque de los moluscos ocasiona grandes pérdidas no sólo
en la jardinería sino también en la agricultura y en
piscicultura. Estos daños varían según la época del año, la
humedad y las lluvias.
Las especies más comunes en nuestro país son babosas Limax
sp., Agrolimax sp. y Deroceras sp. y caracoles Helix sp.
En la Jardinería se emplean productos en base a metaldehído,
ya
que es el único producto específico selectivo para el
control de babosas y caracoles.